Para muchas empresas –sin importar el sector– el cierre de año representa un reto importante, no solo por la baja de operaciones, sino por la gran carga financiera derivada del pago de obligaciones inmediatas como aguinaldo, bonos, baja de ventas y otros factores propios de la temporada.
Si a este factor anual sumamos cuestiones como la inflación, los problemas financieros a nivel mundial y la dura perspectiva económica de cara a 2023, podemos decir que las empresas se enfrentan a retos importantes con miras a evitar un inicio turbulento por una mala estrategia de liquidez y solvencia.
El dilema de la liquidez y solvencia
De acuerdo con la Asociación de Emprendedores de México (ASEM), durante el último trimestre de 2022 la falta de liquidez ha sacado de circulación al 35% de las pequeñas y medianas empresas del país.
Bajo esa idea, expertos coinciden en que la clara disminución en el margen de utilidad conlleva a un problema de liquidez en el mediano plazo, porque hay una diferencia en las cuentas por cobrar y pagar, efecto que se recrudece en el cierre de año.
También existen otros problemas como la solvencia. Ruth Porat, la actual CFO de Alphabet (matriz de Google) detalla que unas finanzas saludables van más allá de solo “vender mucho”.
“Aunque en el papel tengas una ‘muy buena’ utilidad, existe la posibilidad de que no estés teniendo ganancias reales y que esta no se vea reflejada precisamente como efectivo que puedas disponer”.
En otras palabras, una empresa que reporta muchas ganancias puede ser insolvente y caer en bancarrota por razones relacionadas a malas prácticas financieras.
La pregunta aquí es: ¿cómo una empresa llega a esa situación? Para KPMG la respuesta se basa en varios factores:
- Sobre endeudamiento por adquisición de créditos
- Sobre financiamiento de los clientes
- Descuidos en la rotación de cuentas por cobrar
- Costos elevados en la operación por factores propios o agentes externos
- Autofinanciamiento
- Poca exploración de financiamiento
Los factores descritos se resumen en que las organizaciones que caen en este tipo de situaciones no lograron asegurar tener la liquidez necesaria para cumplir con todos sus compromisos y cayeron en errores financieros obvios.
“Puedes tener un ingreso de 20 millones de pesos, el cual suena bien. Pero si analizas detenidamente, tus clientes te deben 40 millones todavía y tú debes 50 por créditos adquiridos o por los costos mismo de tu operación”.
Factoraje, una solución para generar liquidez
El enfoque de las empresas debe ser claro: solucionar los principales problemas hoy y fortalecerse para el mañana. Bajo esa idea, cobrar anticipadamente el importe de las deudas puede suponer un gran alivio financiero para una empresa, siendo el factoraje una herramienta que lo hace posible.
El principal beneficio que la empresa obtiene al contar con un aliado que ofrezca factoraje, es transformar las ventas a crédito en operaciones al contado, es decir, que entre dinero líquido en caja mejorando la financiación del negocio y evitando cargas preocupantes de cara a las obligaciones de fin de año y la presión de enero.
Y es que luego de dos años complicados para las empresas, el 2022 ha traído una recuperación del factoraje financiero, ya que esta herramienta financiera ha ayudado a cientos de entidades, obteniendo así liquidez casi inmediata.
“El factoraje financiero es una alternativa que permite disponer anticipadamente de las cuentas por cobrar, de esta manera una empresa obtiene la liquidez que requiere para fortalecer su negocio; es decir, dispone de inmediato de efectivo para hacer frente a sus necesidades y obligaciones o bien realizar inversiones, una actividad sin duda clave para el fortalecimiento del negocio en un escenario económico complejo”, Pilar Turanzas, presidente de la Asociación Mexicana de Factoraje Financiero y Actividades Similares (AMEFAC).
Para que nos demos una idea, proyecciones de la Asociación Latinoamericana de Factoring (FELAFAC), destacan que México es ya el tercer país de LATAM (sólo después de Chile y Brasil) con más volumen de colocación de capital por medio del factoraje. Esta modalidad, por su bajo costo y facilidad actual, no solo se limita a eventualidades de corto plazo, también puede significar un recurso para prepararse mejor en el mediano y largo plazo.
Las cifras son claras: en un periodo promedio de tres meses de financiamiento, hasta 90% de las empresas bajo este esquema de financiamiento suelen pagar la totalidad de sus facturas correspondientes a gastos operativos.
El objetivo es priorizar la operación, pero con miras al fortalecimiento, por eso una herramienta financiera como el factoraje puede aliviar la carga financiera próxima, pero también mantener los créditos con otras instituciones financieras, lo que permite conservar inversiones sin comprometer o complicar operaciones.
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